¡Oh, Nuestra Señora del Buen Encuentro, mi madre y mi soberana, fervoroso me inclino ante tus pies! Nadie puede contar, todos los prodigios que nos muestras todos los días a los que te invocamos, tampoco se puede medir la confianza, protección y el amor que nos das a tus hijos. Oh, Virgen de los milagros, como siempre te han llamado nuestros padres: sana los que sufren, consuela a los que lloran, cuida de las familias, protege a los niños, vela por el sustento de los justos, por la…